La evolución de la animación en el cine
A lo largo de los años, la animación ha tomado diversas formas, pero generalmente se pueden identificar dos grandes categorías. Por un lado, están las producciones de grandes estudios como Disney, Pixar y DreamWorks, cuyos estrenos suelen seguir patrones estilísticos y narrativos similares, especialmente en el caso de secuelas. Por otro lado, existen los estudios de animación independientes, como Laika, Cartoon Saloon y Studio Ghibli, que exploran propuestas más creativas y artísticas, aunque sin alcanzar el éxito comercial de los gigantes del cine animado.
‘Flow’, dirigida por Gints Zilbalodis, desafía esta división, combinando una historia accesible con una estética y narrativa más propias del cine independiente. Su particular enfoque demuestra que la línea entre ambos estilos puede y debería romperse con más frecuencia.
¿De qué trata ‘Flow’?

La historia sigue a un gato negro que ha encontrado refugio en una casa abandonada bajo una estatua gigante de un felino. Aunque los humanos ya no están presentes en este mundo, su huella es perceptible en todas partes, lo que deja en el aire la incógnita de por qué la naturaleza ahora domina el entorno.
En una de sus exploraciones, el gato se cruza con un grupo de perros que intentan pescar en un río cercano. Tras una persecución, el protagonista regresa a su refugio, solo para descubrir que un Labrador Retriever lo ha seguido. Sin embargo, el nivel del agua comienza a subir, obligando a los animales a subirse a embarcaciones para encontrar un lugar seguro. En este viaje, el gato se reencuentra con el Labrador y otros animales, como un capibara, un secretario y un lémur, con quienes deberá cooperar para sobrevivir.
Una historia contada sin diálogos
Uno de los aspectos más llamativos de ‘Flow’ es su narrativa completamente visual, sin diálogos. En lugar de recurrir a voces para humanizar a los animales, la película confía en la expresividad y el lenguaje corporal de los personajes. La interacción entre ellos transmite emociones y motivaciones de manera natural, lo que refuerza la sensación de realismo.
Los comportamientos de los animales están representados de manera auténtica: el gato se muestra reservado y cauteloso, mientras que el Labrador es entusiasta y sociable. La dinámica entre ellos y el resto de los compañeros de viaje se desarrolla de forma orgánica, generando situaciones creíbles y conmovedoras sin necesidad de palabras.
El estilo visual y sus limitaciones

A pesar de su singular estética, la animación de ‘Flow’ presenta algunas limitaciones. La película adopta un estilo que recuerda a los gráficos de videojuegos de generaciones pasadas, lo que puede restarle impacto visual en ciertos momentos. Aunque la ambientación y la dirección artística tienen momentos de gran belleza, algunos elementos del diseño pueden parecer rígidos o poco pulidos.
Además, el desarrollo de la historia introduce elementos fantásticos que, en ciertos puntos, resultan más confusos que reveladores. Hacia el final de la película, la narrativa apunta a un desenlace trascendental que plantea más interrogantes de las que responde. Asimismo, la ausencia de diálogos provoca que algunas escenas se sientan alargadas o carentes de dirección clara.
Conclusión
A pesar de sus limitaciones, ‘Flow’ sigue siendo una obra destacada dentro del cine de animación independiente. Su capacidad para contar una historia sin diálogos y transmitir emociones a través de la interacción animal es un logro notable. En un panorama donde muchas películas animadas siguen fórmulas predecibles, ‘Flow’ emerge como un ejemplo de creatividad y experimentación, demostrando que la animación aún tiene mucho que ofrecer más allá de los grandes estudios.